Cinco meses después de haber denunciado la desfinaciación del Siata y anunciar que habían solicitado respuestas de fondo sobre el estado del sistema de monitoreo estrella no solo de Medellín, sino del país, la veeduría Todos por Medellín informó este miércoles 2 de julio que finalmente recibió respuesta por parte del Área Metropolitana, tras lo cual destacaron varios puntos críticos y reafirmaron también varias preocupaciones que se mantienen.
Según señaló la directora de la veeduría, Piedad Patricia Restrepo, el empalme entre la administración saliente y la actual había dejado claro la necesidad de fortalecer y actualizar la tecnología de la que dispone el Siata, incluyendo por ejemplo, el radar meteorológico y el radiómetro, para ajustarlo a las enormes necesidades de monitoreo ambiental que tiene el Valle de Aburrá.
La veeduría conoció que entre noviembre de 2024 y marzo de 2025, Eafit, que ha sido el histórico operador del sistema, presentó tres propuestas al Área Metropolitana para el nuevo contrato de operación del Siata, la primera propuesta era por $35.000 millones por diez meses y otros dos contratos por $30.444 con una duración de catorce meses. Sin embargo, hasta el momento, según señaló Restrepo, ninguno ha sido aprobado y lo que se ha hecho todo este año ha sido acumular adiciones al contrato de 2024.
La directora de Todos por Medellín manifestó que recibió el documento técnico realizado por todas las áreas vinculadas al Siata que detalló lo que sucedería con el sistema si se pasaba de un presupuesto de $35.000 millones, que fue la propuesta inicial, a $21.000 millones, tal como se alertó a comienzos de año conforme constaban en los documentos oficiales del Plan de Acción del Área Metropolitana. En dicho análisis se identificó que los riesgos se materializarían en una reducción del pronóstico de crecientes, ya que solo aplicaría para el río Aburrá-Medellín, no para quebradas afluentes, que son en total 56. Tan grave sería esto, que quedaría fuera del pronóstico de crecientes afluentes principales como las quebradas La Iguaná, La Aguacatala, La Presidenta, La Hueso, Santa Elena, y La Picacha, todas estas históricamente peligrosas por la cantidad de emergencias y tragedias que han ocurrido en sus cuencas.