40 años del Holocausto del Palacio de Justicia: Rostros de víctimas iluminan una herida que Colombia no cierra
Bogotá, 7 de noviembre de 2025 – Bajo la penumbra de la Plaza de Bolívar, en el corazón histórico de Bogotá, los rostros de los caídos emergieron como fantasmas luminosos en la fachada del Palacio de Justicia. Este jueves, en el marco del 40 aniversario de la toma y retoma del emblemático edificio, familiares de las víctimas proyectaron imágenes de los 94 muertos confirmados –entre ellos once magistrados de la Corte Suprema– y de al menos once desaparecidos, en un acto cargado de dolor y exigencia de verdad. La proyección de mapping titulada El Palacio cobra vida narró en 28 minutos las horas infernales de 1985, reviviendo el fuego, los disparos y las ejecuciones que consumieron no solo el edificio, sino la fe de un país en su justicia.
Vestidos con camisetas estampadas con fotos de sus seres queridos y portando faroles que flotaban como almas errantes, los familiares se congregaron en la plaza bajo una lluvia fina que parecía llorar con ellos. "No son solo números, son vidas robadas. Queremos que el Estado reconozca su responsabilidad y que los desaparecidos regresen, vivos o en huesos", declaró una de las asistentes, identificada como parte del colectivo de víctimas, durante el evento organizado por la Alcaldía de Bogotá y el Consejo Superior de la Judicatura. El acto, que incluyó intervenciones artísticas y un homenaje con una toga simbólica de un magistrado asesinado, se extendió hasta la madrugada del viernes, culminando con una vigilia que recordó cómo el Palacio, reconstruido en 1999, sigue siendo un monumento a la impunidad.
Las "28 horas de terror" que fracturaron a Colombia
Todo comenzó el 6 de noviembre de 1985, poco antes del mediodía. Un comando de 35 guerrilleros del Movimiento 19 de Abril (M-19) –grupo en el que militó en su juventud el actual presidente Gustavo Petro– irrumpió en el Palacio de Justicia cargando armas automáticas, granadas y un camión de mudanzas para camuflar su entrada. Su objetivo declarado: secuestrar a los magistrados para juzgar al presidente Belisario Betancur por el presunto incumplimiento de los acuerdos de paz firmados en 1984 con la guerrilla. Entre los asaltantes destacaba una figura icónica: la bailarina Gloria Sun Blanca, quien irrumpió con tutú y zapatos de puntas, simbolizando la mezcla de ideales revolucionarios y teatralidad del M-19.
Lo que se presentó como un "juicio popular" derivó en caos. Los guerrilleros tomaron rehenes –magistrados, empleados, visitantes y estudiantes– y ejecutaron al menos a tres de ellos en las primeras horas, según documentos forenses y testimonios recopilados por la Comisión de la Verdad. El Estado respondió con una retoma militar desproporcionada: tanques del Ejército bombardearon el edificio, que ardió durante la noche del 7 de noviembre. El saldo: 98 muertos oficiales (11 magistrados, 35 guerrilleros, 23 visitantes y el resto empleados judiciales), aunque informes independientes elevan la cifra a más de 100, con once desaparecidos –probablemente ejecutados extrajudicialmente por las fuerzas armadas– cuyos cuerpos nunca aparecieron.
El episodio no fue aislado. Investigaciones posteriores, como el informe de la Comisión de la Verdad de 2018, revelaron nexos oscuros: el M-19 recibió financiamiento del Cartel de Medellín de Pablo Escobar –quien buscaba venganza contra el Estado por extradiciones– por al menos 2 millones de dólares. "Todo indica que hubo conexión del M-19 con el Cartel de Medellín para el asalto", concluye el documento, desmontando narrativas que minimizan la responsabilidad guerrillera. Además, la retoma involucró torturas y ejecuciones sumarias por parte de militares, como se probó en juicios contra oficiales como el general Jesús Héctor Castro.
Historias personales humanizan la tragedia. Cristina Ramírez, viuda de un magistrado, relató en un documental de Noticias Caracol cómo vio arder el Palacio desde la calle, sin poder hacer nada. Otro testimonio, el de la periodista Olga Behar, autora de un libro sobre la única guerrillera sobreviviente, Clara Elena Enciso, destaca cómo el evento cambió vidas para siempre: "Fui la voz de Clara, pero también testigo de un país que se desangraba". Cuatro décadas después, el Centro Nacional de Memoria Histórica inauguró este jueves un espacio dedicado a las víctimas, con archivos desclasificados que incluyen fotos, cartas y balística que prueba que ninguna bala del M-19 mató a los magistrados, contradiciendo versiones iniciales del gobierno Betancur.
Polémicas que reavivan el fuego: Petro, Uribe y la batalla por la narrativa
El aniversario no pasó inadvertido en la arena política. El presidente Petro, exmiembro del M-19, emitió un mensaje en redes sociales reconociendo el "holocausto" y exigiendo verdad, pero sus palabras –que enfatizan la responsabilidad estatal y minimizan ejecuciones guerrilleras– indignaron a las familias. "El informe forense prueba que los magistrados no murieron por balas del M-19, sino en la retoma", tuiteó Petro, citando evidencias que, aunque técnicas, ignoran testimonios de ejecuciones iniciales por la guerrilla. "Es revictimización. Petro fue parte de eso y hoy pretende reescribir la historia", respondió en X una familiar de víctima, eco de un sentir compartido en la plaza.
Por su parte, el expresidente Álvaro Uribe –quien como senador impulsó el indulto al M-19 en 1994– propuso desde el Centro Democrático una ley para "absolver" a los militares involucrados en la retoma, argumentando que actuaron en legítima defensa. "Intentar cambiar la historia es revictimizar", replicó la senadora María José Pizarro en un debate televisado, donde confrontó a figuras de la derecha por su silencio sobre los nexos con Escobar. En redes, el debate ardió: un usuario recordó que "invitar a Petro al aniversario es como invitar a Hitler a Auschwitz", mientras otros exigían el cumplimiento de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de 2005, que obliga al Estado a investigar las desapariciones.
La prensa internacional también se hizo eco. DW y BBC destacaron cómo este "holocausto televisado" –transmitido en vivo por las cadenas nacionales– marcó el inicio de la era del narcoterrorismo en Colombia, con imágenes de tanques disparando que conmocionaron al mundo. France 24 subrayó que, en un país con más de 260.000 víctimas de conflicto armado, el Palacio sigue siendo "una herida abierta" por la impunidad: solo tres militares han sido condenados, y el M-19, desmovilizado, goza de indultos controvertidos.
Hacia la verdad: Un llamado a no olvidar
Mientras el mapping se desvanecía en la fachada, dejando solo sombras, los familiares encendieron velas y entonaron "Que cese el fuego", el grito que el Centro de Memoria Histórica resucitó de las crónicas de 1985. En X, usuarios como @ArchivoUNAL reflexionaron: "¿Cuánto más nos hace falta para la paz?". Cuarenta años después, el Palacio no es solo ruinas reconstruidas; es un recordatorio de que la justicia, como el edificio, debe levantarse sobre verdades no quemadas.
El acto conmemorativo continuará este viernes con transmisiones en vivo desde el Consejo de Estado, donde se leerán nombres de las víctimas una por una. En un Colombia polarizada, el eco de aquellos disparos urge: la memoria no basta; hace falta reparación plena.
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