Adiós al látigo: Cartagena de Indias despide a los caballos cocheros y abraza la era eléctrica en su turismo colonial

 


Adiós al látigo: Cartagena de Indias despide a los caballos cocheros y abraza la era eléctrica en su turismo colonial

Cartagena de Indias, 7 de noviembre de 2025 – La ciudad amurallada, joya colonial de Colombia y Patrimonio de la Humanidad, se prepara para un giro histórico que fusiona tradición con sostenibilidad. El próximo 11 de noviembre, coincidiendo con las Fiestas de la Independencia, llegarán los primeros 24 de los 62 coches turísticos 100% eléctricos que reemplazarán definitivamente a los icónicos carruajes tirados por caballos. Esta transición, impulsada por el alcalde Dumek Turbay Paz y catalizada por una ola de activismo social, no solo moderniza el emblema turístico de Cartagena, sino que cierra un capítulo doloroso de maltrato animal que durante décadas mancilló su imagen romántica.

El anuncio, realizado esta semana durante una visita al taller de ensamblaje en el Complejo Deportivo Nuevo Chambacú, ha generado euforia entre animalistas y un consenso social abrumador. "Este es un antes y un después en la historia de la ciudad. Avanzamos hacia una Cartagena más moderna, sostenible y humana, con un compromiso inquebrantable por el bienestar animal y la dignificación de nuestros cocheros", declaró el alcalde Turbay, quien supervisó los avances junto al comediante y activista Alejandro Riaño, figura clave en la cruzada contra la explotación equina.

Una tradición colonial teñida de controversia

Los carruajes halados por caballos datan de la época colonial, cuando se convirtieron en el medio ideal para recorrer las calles empedradas del Centro Histórico, el Castillo de San Felipe y las murallas que custodian la ciudad. Para generaciones de turistas, estos paseos evocaban un romance atemporal: el trote pausado de los equinos bajo el sol caribeño, el aroma a salitre y la brisa del mar. Sin embargo, detrás de esta postal idílica se ocultaba un drama ético y sanitario que escaló a nivel nacional e internacional.

Desde hace más de dos décadas, defensores de los derechos animales denunciaron condiciones inhumanas para los 62 caballos cocheros: jornadas de hasta 12 horas diarias en un clima tropical sofocante, con temperaturas que superan los 35 grados Celsius, escasa hidratación y ausencia de sombra o descanso adecuado. Informes de la Procuraduría General de la Nación documentaron casos recurrentes de colapsos en plena vía pública, laceraciones por arneses inadecuados y el uso de látigos o fuerza excesiva por parte de algunos cocheros. Videos viralizados en redes sociales, como aquellos que mostraban equinos derrumbándose exhaustos en medio de las calles del Getsemaní o el Centro, generaron campañas globales de boicot turístico y presiones de organizaciones como PETA y la Humane Society International.

La polémica trascendió lo ético y se judicializó. En 2018, una tutela interpuesta por animalistas obligó a la Alcaldía a implementar protocolos de protección, pero la resistencia de los cocheros –muchos de ellos familias que dependen de este oficio hereditario– y la inercia política dilataron el cambio. Acciones populares y fallos de la Corte Constitucional reiteraron la necesidad de sustituir la tracción animal, alineándose con la Ley 1774 de 2016, que prohíbe el maltrato faunístico. "No era solo un problema de animales; era una deuda social con una tradición que se había pervertido", reflexiona Riaño en una entrevista reciente.

Del activismo a la acción: La chispa de Riaño y la voluntad política

El punto de inflexión llegó con la presión de la sociedad civil, liderada por Alejandro Riaño, el popular comediante bogotano conocido por su humor irreverente y su compromiso con causas sociales. Desde 2022, Riaño se involucró en la causa cartagenera tras presenciar un video de un caballo colapsado. "Vi eso y no pude quedarme callado. Cartagena merece mejor: un turismo que enamore sin herir", cuenta el activista, quien lanzó una campaña de crowdfunding –bautizada como "vaca" en slang colombiano– para financiar un prototipo de coche eléctrico. En semanas, recaudó más de 200 millones de pesos de donantes locales e internacionales, demostrando un apoyo masivo que aceleró el proceso gubernamental.

Esta iniciativa se alineó con la agenda de la actual administración de Turbay, electo en 2024 con promesas de sostenibilidad. En octubre de ese año, el Ministerio de Transporte socializó una resolución nacional que avaló el piloto en Cartagena, convirtiéndola en la primera ciudad del mundo en implementar un sistema integral de transporte turístico eléctrico a esta escala. Mesas de concertación entre la Alcaldía, la Asociación de Cocheros, Rennorgy S.A.S. (la empresa encargada del ensamblaje) y animalistas resolvieron tensiones, garantizando que los 120 cocheros conserven sus empleos con salarios equiparables y bonos por antigüedad.

"Este proyecto es único en el mundo porque no destruye tradiciones, las reinventa. Los cocheros no serán desplazados; serán los embajadores de esta nueva era", enfatiza Riaño, quien acompañó al alcalde en la inspección del hangar esta semana.

Detalles del proyecto: Tecnología al servicio de la historia

Los nuevos vehículos, fabricados en Henan (China) y ensamblados en Cartagena, replican fielmente la estética colonial de los carruajes: carrocería de madera noble pintada en colores vibrantes, asientos para seis pasajeros y un diseño que evoca el siglo XVIII. Pero bajo esa fachada histórica late innovación: motores 100% eléctricos con baterías de litio de 10 kWh, autonomía de 80 kilómetros por carga (suficiente para rutas diarias), cero emisiones de CO2 y un sistema de rastreo GPS para monitorear rutas y seguridad. Cada coche costará alrededor de 100 millones de pesos, con una inversión total de 7.000 millones financiados por el Distrito y alianzas público-privadas.

El corazón operativo será el hangar en Nuevo Chambacú, un espacio renovado de 2.850 metros cuadrados que incluye un taller de mantenimiento, oficinas y una estación de carga solar con 244 paneles fotovoltaicos (potencia de 150 kWh). Esto permite cargar hasta 60 baterías simultáneamente mediante un sistema de intercambio rápido, minimizando tiempos de inactividad y reduciendo la huella ambiental en un 90% comparado con los carruajes tradicionales. "Es un ecosistema completo: desde la carga limpia hasta la capacitación en movilidad verde", explica un portavoz de Rennorgy.

La implementación será gradual: los 24 primeros vehículos entrarán en operación post-18 de noviembre, cubriendo rutas clave como el Centro Histórico y San Diego. Para diciembre, la flota completa estará activa, jubilando a los caballos en santuarios gestionados por la Fundación Animalista de Cartagena, donde recibirán cuidados veterinarios vitalicios.

Beneficios multifacéticos: Animales, personas y planeta

El impacto trasciende lo simbólico. Para los equinos, significa el fin de un ciclo de sufrimiento: no más látigos, no más asfalto abrasador, no más colapsos bajo el peso de turistas desprevenidos. Estudios locales estiman que al menos 20 caballos murieron anualmente por agotamiento en la última década. Para los cocheros, es una dignificación: pasarán de "conductores" a "gestores turísticos", con cursos gratuitos en operación eléctrica, primeros auxilios y narración histórica, elevando sus ingresos promedio de 2,5 a 4 millones de pesos mensuales.

Ambientalmente, el cambio alinea a Cartagena con metas globales de descarbonización. La flota reducirá 150 toneladas de CO2 al año, mejorando la calidad del aire en una zona ya vulnerable al cambio climático. Turísticamente, potenciará la imagen de "ciudad verde", atrayendo a un público millennial y eco-consciente que representa el 40% de los visitantes, según datos de ProColombia.

En redes sociales, la noticia ha explotado: hashtags como #NoMasCaballosEnCartagena y #CartagenaElectrica acumulan millones de interacciones, con elogios de figuras como el presidente Gustavo Petro, quien aplaudió el avance en movilidad sostenible.

Hacia un futuro sin cadenas

Esta transición posiciona a Cartagena como referente global, similar a iniciativas en Ámsterdam o Nueva York, pero con un toque latino: respeto por el patrimonio cultural sin sacrificar el progreso. "Gana Cartagena: su gente, su cultura, su ambiente. Es una transformación con propósito", concluye Riaño.

Mientras la ciudad se engalana para su Independencia, el eco de los cascos de caballos se desvanece, dando paso al zumbido silencioso de la electricidad. Un adiós necesario, un hola prometedor.


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