Colombia da un paso histórico: la flor de cannabis medicinal se venderá en farmacias bajo receta médica

 





Colombia da un paso histórico: la flor de cannabis medicinal se venderá en farmacias bajo receta médica

COTA, Colombia (AP/Grok) — En un hito que podría transformar el acceso a tratamientos alternativos para el dolor crónico, la epilepsia y otras afecciones, Colombia se prepara para autorizar la venta de flor de cannabis en farmacias. Esta medida, aprobada esta semana por el gobierno, representa el cierre de un ciclo regulatorio iniciado hace casi una década y abre la puerta a un mercado nacional que podría generar miles de empleos y posicionar al país como líder regional en la industria cannábica.

El anuncio, detallado en un decreto del Ministerio de Salud y Protección Social, permite la comercialización de la flor seca de cannabis para fines medicinales exclusivamente bajo prescripción médica. Hasta ahora, la legislación colombiana —vigente desde la Ley 1787 de 2016— se limitaba a derivados procesados como aceites, cremas y extractos. "Esto no es solo una autorización; es una respuesta a la demanda de pacientes que buscan opciones más naturales y efectivas", afirma el doctor Ricardo Urbina, especialista en medicina integrativa y cannabis terapéutico en Bogotá, quien ha prescrito derivados cannábicos a más de 500 pacientes en los últimos tres años.

El camino hacia la legalización: de la estigmatización a la oportunidad económica

Colombia ha recorrido un largo trayecto para desestigmatizar el cannabis, una planta históricamente asociada al narcotráfico y la violencia de grupos armados como las FARC y el Cartel de Medellín. La legalización medicinal en 2016 fue un desafío audaz en un país que, durante décadas, lideró la producción mundial de cocaína. Según datos del Ministerio de Justicia, hasta octubre de 2025, se han emitido más de 3.200 licencias para cultivo, procesamiento y exportación de cannabis medicinal, beneficiando a unas 150 empresas en 15 departamentos.

La industria ha crecido exponencialmente: exportaciones de productos cannábicos alcanzaron los 25 millones de dólares en 2024, un 40% más que el año anterior, con destinos principales en Alemania, Australia y Canadá, de acuerdo con el Departamento Nacional de Planeación (DNP). Empresas como Khiron Life Sciences y THC Colombia, con operaciones en Cota —un polo agrícola a 20 minutos de Bogotá—, ya producen variedades de cannabis con bajo THC (tetrahidrocannabinol, el compuesto psicoactivo) y alto CBD (cannabidiol, con propiedades terapéuticas).

Angélica Parra, directora técnica de una productora local en Cota, celebra el decreto como "la pieza faltante". En entrevista con AP, Parra explica: "Hemos invertido millones en cultivos de alta calidad para exportación. Ahora, podremos reutilizar la flor que no cumple estándares europeos —por tamaño o rendimiento— para el mercado interno, reduciendo desperdicios y abaratando costos para los pacientes colombianos". Su empresa, que emplea a 120 personas (el 60% mujeres), anticipa un aumento del 30% en producción para 2026.

Retos regulatorios y el temor a la burocracia excesiva

A pesar del entusiasmo, el sector no está exento de incertidumbres. El decreto transitorio, publicado el 28 de octubre de 2025 en el Diario Oficial, delega en el Invima (Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos) y el Ministerio de Agricultura la emisión de una reglamentación detallada en un plazo de 180 días. Esta incluirá estándares de calidad, etiquetado, dosificación y controles sanitarios para clasificar la flor como "producto terminado", apto para infusión, vaporización o consumo directo sin procesamiento adicional.

Julián Quintero, director de Acción Técnica Social (ATS), una ONG dedicada a políticas de drogas, advierte sobre posibles trabas: "El 70% del cannabis medicinal global se consume en forma de flor, no extractos. Pero si el Invima impone requisitos prohibitivos —como pruebas de laboratorio por lote o límites en THC inferiores al 0.3%—, podría asfixiar el mercado antes de nacer. Estas entidades han sido históricamente conservadoras, influenciadas por lobbies farmacéuticos tradicionales".

Quintero cita un informe de la ONU de 2024 que destaca cómo regulaciones estrictas en México y Brasil han frenado el crecimiento del cannabis medicinal en América Latina. En Colombia, el gremio Cannabiz Colombia estima que un marco regulatorio "amigable" podría generar 10.000 empleos directos en los próximos cinco años y contribuir con 500 millones de dólares al PIB, según proyecciones del Banco de la República.

Una nueva esperanza para pacientes: testimonios desde la trinchera

Para miles de colombianos, esta noticia es más que económica: es vital. María Fernanda López, una bogotana de 45 años diagnosticada con esclerosis múltiple en 2018, ha dependido de aceites importados que cuestan hasta 800.000 pesos mensuales. "Los extractos ayudan, pero la flor permite un control más preciso de la dosis y alivia el dolor sin tantos efectos secundarios. Si se vende en farmacias como Cruz Verde o Farmatodo, será accesible, no un lujo", comparte López, quien participa en un ensayo clínico de la Universidad Nacional.

El doctor Urbina corrobora: "Estudios de la OMS y la FDA muestran que la flor de cannabis reduce convulsiones en un 50% en pacientes epilépticos y mejora la calidad de vida en fibromialgia. En Colombia, con 2 millones de personas con dolor crónico, esto podría descongestionar el sistema de salud". Sin embargo, Urbina urge formación médica: solo el 15% de los 50.000 médicos del país están capacitados en cannabis, según la Sociedad Colombiana de Anestesiología.

Contexto regional: Colombia se une al club, pero ¿hacia el recreativo?

Colombia no está sola. Forma parte de un bloque latinoamericano progresista: Uruguay (pionero en legalización total desde 2013), Argentina (medicinal desde 2017, con ventas en farmacias desde 2020), Chile (medicinal y cultivo personal), Perú (medicinal desde 2017) y Panamá (medicinal con dispensarios autorizados). Solo Uruguay permite uso recreativo, con ventas reguladas en farmacias y clubes cannábicos.

En contraste, Brasil y México avanzan con lentitud debido a resistencias judiciales. Un reporte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de septiembre de 2025 elogia a Colombia por su enfoque "pro-salud pública", pero insta a monitorear desigualdades: el 80% de licencias están en manos de empresas extranjeras o grandes grupos, dejando a pequeños cultivadores indígenas —como los de la Sierra Nevada de Santa Marta— en desventaja.

El presidente Gustavo Petro, quien impulsó la "paz total" despenalizando drogas menores, ve en esto una herramienta contra el narco: "Legalizar salva vidas y economías", tuiteó el 30 de octubre. Opositores, como el senador Paloma Valencia del Centro Democrático, critican: "Sin controles estrictos, abrimos la puerta al abuso juvenil".

Mirando al futuro: ¿cuándo llegara a las estanterías?

La implementación plena se espera para mayo de 2026, una vez expedida la reglamentación. Mientras, productores como Parra aceleran pruebas de laboratorio para certificar lotes. "El precio inicial podría rondar los 50.000 pesos por 10 gramos, comparable a un analgésico premium", estima Quintero.

Este paso no toca el cannabis recreativo —limitado a 5 gramos de posesión personal—, pero expertos como Quintero ven un debate inminente: "Con el éxito medicinal, el recreativo podría seguir en 2027". Por ahora, Colombia exhala alivio: de la hoja prohibida a la farmacia accesible, el cannabis florece como símbolo de cambio.


Post a Comment (0)
Previous Post Next Post