¿Un freno a la reactivación económica?

 




Banco de la República mantiene tasas en 9,25% pese a presiones gubernamentales: ¿Un freno a la reactivación económica?

Bogotá, 1 de noviembre de 2025 En un movimiento que refleja la delicada balanza entre control inflacionario y estímulo económico, el Banco de la República de Colombia decidió este viernes mantener inalterada la tasa de interés de referencia en el 9,25%, un nivel que se sostiene desde abril pasado. La decisión, adoptada por una mayoría ajustada en la Junta Directiva, subraya una postura "cautelosa" ante el repunte inflacionario y las incertidumbres globales, pero genera fricciones con el Gobierno de Gustavo Petro, que aboga por recortes para impulsar el crecimiento.

El anuncio, realizado al cierre de la jornada bursátil, provocó una reacción mixta en los mercados: el Colcap, principal índice de la Bolsa de Valores de Colombia, cayó un 0,8% en la sesión posterior, reflejando preocupaciones de inversionistas por la persistencia de tasas altas en un contexto de desaceleración económica. Analistas de firmas como Credicorp Capital y BTG Pactual interpretan la medida como un "semáforo amarillo" para la política monetaria, que prioriza la estabilidad de precios sobre la aceleración del PIB, proyectado en solo un 2,1% para 2025 por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Detalles de la decisión: Mayoría frágil y divergencias internas

Durante la rueda de prensa posterior al anuncio, el gerente general del emisor, Leonardo Villar, desglosó el voto dividido de la Junta: cuatro de los siete miembros optaron por la estabilidad en el 9,25%, mientras que dos abogaron por un recorte de 50 puntos básicos (hacia el 8,75%) y uno por una reducción más moderada de 25 puntos (al 9%). "Esta configuración mantiene una política monetaria prudente, reconociendo los riesgos al alza en la inflación y la necesidad de anclar expectativas", enfatizó Villar.

Los datos subyacentes avalan esta cautela. En septiembre, la inflación interanual se situó en el 5,2%, un incremento por tercer mes consecutivo que la devuelve a los niveles de cierre de 2024. La inflación básica —excluyendo alimentos volátiles y tarifas reguladas— se estancó en el 4,8%, aún por encima de la meta del 3% establecida por el Banco para el mediano plazo. Encuestas de expectativas, como las del propio emisor y la Universidad de los Andes, revelan que los agentes económicos anticipan presiones inflacionarias persistentes: proyecciones para 2026 y 2027 superan el 3,5%, impulsadas por choques en commodities y una demanda interna que no cede pese al enfriamiento.

Villar también aludió a factores externos que complican el panorama. "Las condiciones financieras globales se han relajado con los recortes de la Reserva Federal de EE.UU., que bajó su tasa al 4,5% en su última reunión, pero el déficit comercial colombiano se amplía: las importaciones crecieron un 12% interanual en el tercer trimestre, superando el 8% de las exportaciones, afectadas por la caída en volúmenes de petróleo y carbón", detalló. El tipo de cambio, con el dólar rondando los 4.200 pesos, añade presión importada a los precios.

El descontento del Gobierno: Petro y el pulso por la independencia monetaria

La decisión no tardó en encender alarmas en el Ejecutivo. Horas después del anuncio, el presidente Gustavo Petro tuiteó en X (antes Twitter): "La tasa solo bajará cuando se elija al próximo miembro de la Junta del Banco de la República. La independencia no es un cheque en blanco para asfixiar la economía". El mensaje, que acumuló más de 50.000 interacciones en las primeras horas, reaviva un viejo debate sobre la autonomía del emisor, consagrada en la Constitución de 1991 pero frecuentemente cuestionada por gobiernos progresistas.

En la misma rueda de prensa, el ministro de Hacienda encargado, Carlos Betancourt —representante del Gobierno en la Junta—, expresó el disenso oficial con vehemencia. "Nos apartamos de esta decisión. La brecha entre la tasa real (alrededor del 5,5% tras descontar inflación) y la neutral (estimada en 4%) deja margen para bajar 25 o 50 puntos y reactivar el aparato productivo. El crecimiento del 1,8% en el segundo trimestre es insuficiente; necesitamos tasas que incentiven inversión y consumo", argumentó Betancourt.

Esta tensión no es nueva. Desde su llegada al poder en 2022, Petro ha presionado por una política monetaria más expansiva, criticando al Banco por "frenar la transición ecológica y social". En julio pasado, el Gobierno impulsó la elección de un nuevo codirector afín a su agenda, pero la vacante pendiente —tras la renuncia de una miembro en septiembre— mantiene el equilibrio precario en la Junta, con tres puestos ocupados por designados del Ejecutivo y cuatro por independientes.

Expertos como José Ignacio López, director de Anif (Asociación Nacional de Industriales), advierten de los riesgos: "La injerencia política erosiona la credibilidad del Banco, elevando primas de riesgo. Colombia ya paga 200 puntos base más en bonos soberanos que pares como Perú". Por el contrario, economistas afines al Gobierno, como Marc Hofstetter de la Universidad de los Andes, defienden: "En un ciclo global de desinflación, aferrarse a tasas altas es un error; el FMI prevé que la inflación colombiana converja al 3% en 2027 sin recortes agresivos".

Contexto económico: Inflación vs. crecimiento en un año de incertidumbres

Para entender la encrucijada, basta revisar los indicadores clave. El PIB creció un modesto 1,8% en el trimestre abril-junio, impulsado por agro y servicios, pero lastrado por una industria en contracción (-2,1%) y un sector minero-energético golpeado por precios volátiles del crudo (Brent en 75 dólares por barril). El desempleo se mantiene en 10,2%, con informalidad laboral por encima del 58%, lo que limita el impacto de cualquier estímulo monetario.

En el frente fiscal, el déficit alcanzó el 5,1% del PIB en los primeros nueve meses, presionado por subsidios energéticos y transferencias sociales del Plan de Desarrollo "Colombia Potencia Mundial de la Vida". El Ministerio de Hacienda proyecta un cierre anual en 4,8%, pero Moody's rebajó la perspectiva crediticia de Colombia a "negativa" en septiembre, citando "incertidumbres fiscales y presiones inflacionarias".

A nivel global, el panorama no ayuda: la guerra en Ucrania y tensiones en Medio Oriente mantienen elevados los precios de alimentos y energía, mientras que la desaceleración china —principal socio comercial— frena la demanda de materias primas colombianas. Sin embargo, señales positivas emergen: la Fed y el BCE continúan su ciclo de recortes, lo que podría filtrarse a economías emergentes como la colombiana vía menor costo del endeudamiento externo.

Mirando al futuro: ¿Recortes en diciembre o más fricciones?

La próxima reunión de la Junta, programada para el 29 de noviembre, será pivotal. Encuestas de Reuters entre 15 economistas predicen un 60% de probabilidad de un recorte de 25 puntos, condicionado a datos de inflación de octubre (a publicarse el 7 de noviembre). Villar dejó la puerta entreabierta: "Si las expectativas se anclan y la inflación muestra convergencia, habrá espacio para ajustes". Pero con el Gobierno intensificando su lobby por un nuevo miembro de la Junta —cuya elección recae en el Congreso—, el pulso podría escalar.

En última instancia, esta decisión encapsula el dilema de Colombia en 2025: equilibrar el control de una inflación que erosiona el poder adquisitivo de millones con la urgencia de reactivar una economía que arrastra rezagos sociales profundos. Mientras el Banco defiende su mandato de estabilidad, el Gobierno apuesta por el crecimiento inclusivo. El mercado, expectante, espera que la prudencia no se convierta en parálisis.

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